viernes, 30 de diciembre de 2016

Pañito a punto de cruz. Casas rojas de Navidad.

Fachada principal de "Las Viñas".



 Visto por la noche desde "Las Viñas" de Taty y Juanfran, el pequeño pueblo de Aledo, en la sierra de Murcia, parecía ciertamente un "Belén"





Al fondo, Aledo y su Torre,
visto desde
el lateral de "Las Viñas".
 Las luces municipales, salpicadas por sus calles, quieren marcar un sinuoso camino hacia la parte más alta de esta antigua villa medieval, donde se encuentra una majestuosa Torre del Homenaje, que multiplica su altura por situarse en la parte más sobresaliente de una colina. A pesar de someterse al cumplimiento de los tratados sobre arquitectura militar del siglo XV, sus materiales y los arcos de sus bóvedas no olvidan su pasado islámico. 
 Esta Torre es capaz de ver el mar en un día claro, y, a la vez, ha visto la nieve en contadas ocasiones, no como los techos de la sierra que la contempla, repletos de algodón muchos eneros. Sería la única diferencia con los conjuntos de figuras habituales que lucimos en nuestros salones navideños.





 Incluso en éste, nuestro país, internacionalmente conocido por sus muchas horas de luz, y por su intenso sol, tenemos paisajes blancos, como los que emulan los Nacimientos. Al pensar en Belén nos aparece una imagen de dulce pueblo de casas bajas, con tejados nevados y luces de candil al caer el día. Muchos son los que debaten si, cuando ocurrieron los hechos que cambiaron el mundo, el paisaje era realmente así, o por el contrario, triste y árido. Quizá la imagen del hogar contrarrestando el frío de la noche quiera inducir a la unión de los seres queridos alrededor del calor de un fuego. 
 Al final, la publicidad consumista o la imaginación de la niñez, nos invitan a rodearnos de paisajes con casitas de humeantes chimeneas y lazos rojos en la puerta, ya sea en papel, cartón, chocolate o... ¿bordadas?

 Cada año me gusta más que mi decoración navideña sea algo más que un adorno que compré en una tienda. Quiero decorar mi salón con objetos de los que nunca sabré su precio, por su imposible cálculo. No podría equiparar con dinero el tiempo y la maestría que se reflejan en este pañito bordado en rojo a punto de cruz por mi Madre.



 Cada puntada, cada giro de muñeca, cada hebra que se acaba, cada persecución del dedal por el suelo... son tantos pequeños momentos que no hay forma de reunirlos en un número. Sólo las que hemos invertido tardes y tardes en un proyecto somos capaces de ver entre los hilos su verdadero valor, y apreciarlo cuando se nos regala el resultado de todo ese esfuerzo.
 Bordado con un perfecto y armónico punto de cruz, y en un intenso rojo navidad, llegó a mis emocionadas manos un tapete de generosas dimensiones, que consolida su forma gracias a que está situado sobre lienzo moreno, escondiendo su revés. Es una labor de exposición... 



En este tapete se representa cuatro veces la misma imagen de casa de campo en invierno. Pero lo que yo veo son cuatro primas y una guitarra, villancicos inventados, algún manitas con un martillo, bordadoras y tejedoras, una perra blanca ladrándole al humo de un puro, un niño rubio y trece cuencos de uvas... Al bordado sólo le falta un almeriense indalo en la fachada para estar más cerca de Aledo. Soy afortunada por haber vivido unas Navidades tan diferentes.




  Es el adorno hecho a medida para engalanar un arcón de mimbre, también con mucha historia... que os contaré otro día.


sábado, 24 de diciembre de 2016

Flor de Pascua.

 La Navidad amenaza con llegar otro año más. Hay que comprar los regalos, la comida de los días señalados... , pero creo que lo que más nos gusta es decorar la casa con motivos navideños. Además del Belén murciano, con los años, exponemos adornos hechos por nosotras mismas. 

 Una de mis primeras puntillas de bolillos sirvió para enmarcar una flor de Pascua bordada, y que mi Madre transformó en una admirable bandeja. Se trataba de una tira recta a la que se le obligó a formar esquinas, con el borde hecho en pluma. Quizá se trate de la segunda puntilla de bolillos que hice y a la que se le podría reconocer como tal sin provocar risa. A pesar de sus fallos técnicos, produjo bastante satisfacción en esta aprendiz de encajera.



 El bordado de la flor seguía la silueta de la misma en color rojo, señalando los bordes con hilo Anchor mouliné lamé en tono dorado. Este mismo hilo es el que se ha utilizado para bordar en relieve los granos centrales de la flor. La hoja posterior se ha bordado con hilo Anchor mouliné en verde oscuro, intentando no desviar la atención de la hoja roja como motivo principal.



 La gama Lamé de Anchor es un tipo de hilo con el que no se puede realizar un bordado fácil. Si observamos el hilo en sí podemos comprobar que está formado por pequeños fragmentos alargados y curvos de material metálico brillante. Estos fragmentos están huecos por lo que permiten pasar un hilo por su interior, y es este hilo el que mantiene a los fragmentos engarzados unos con otros. Debido a esta estructura, si enhebramos la aguja de la forma convencional, al tirar del hilo con el gesto de bordar, el ojo de la aguja encontrará el hueco entre dos fragmentos para quedarse siempre situado ahí, aumentando cada vez más la separación entre los mismos. Con las pasadas por la tela, la tensión hará que la distancia entre los dos fragmentos vaya aumentando, exponiendo el hilo que los une a una mayor fricción con la aguja. Al poco de iniciar el trabajo se podrá observar un auténtico deterioro en el hilo con el que se está bordando, acortando su longitud útil. En algunos casos, antes de apreciar el mal estado del hilo, ya se habrá producido la rotura del mismo, hecho que impedirá terminar de bordar el dibujo o realizar un remate elegante. Por tanto, al trabajar con este tipo de hilo es fundamental enhebrar la aguja con una lazada, como se muestra en las próximas imágenes. La torsión entre fragmentos no es tan prominente y brusca como en el enhebrado habitual, evitando deformar la estructura del hilo. 




 Se introducen los dos extremos del hilo por el ojo de la aguja.


Se pasa la aguja por la lazada que forma el hilo en su extremo.

Se ajusta el hilo alrededor del ojo de la aguja, pero sin tensar.






 El hilo Anchor mouliné lamé se comercializa en varios colores: rojo, azul, amarillo, verde, oro, plata...
 La casa DMC también tiene una línea dedicada a hilos metálicos.









 A pesar de la intensa temática navideña que expresa este bordado, la bandeja puede ser contemplada todo el año, ya que mi hermana no la tiene precisamente guardada. Creo que le gustó bastante este Regalo de Navidad...




viernes, 16 de diciembre de 2016

Ange y sus disfraces: Virgen María.

 ¿Cuántas niñas puede haber en una clase de guardería? ¿Qué tiene de especial nuestra niña para que sea elegida precisamente como Virgen María en el Belén viviente de la guardería? Yo creo que son sus ojos...
 No queríamos que vistiera el típico vestido azul pálido, con adornos en dorado, y el velo tieso color blanco brillante. Queríamos una Virgen María que destacara por su sencillez. 

 Diseñamos un vestido largo y amplio, en azul intenso, con un cinturón de doble nudo, y con corchetes en los hombros para evitar cremalleras. 




   El cuello sería alto, pero con formas onduladas, para darle un aspecto más femenino y dulce.




Las mangas, largas y bastante amplias, daban sensación de una moda de otra época, la que se intentaba recrear en el conjunto.




 El velo era un tul que se adaptaba a sus formas, suave al tacto, terminado en una pequeña puntilla.






 Finalmente, conseguimos crear un atuendo único, que resultó bastante llamativo.











viernes, 9 de diciembre de 2016

Pañuelo de Bolillos para Inma.

 Dice que nació hace unos años, pero lo de mi prima Inma es uno de los grandes misterios de la naturaleza... ¿o será que la felicidad te mantiene joven? 

 Era una de las habituales candidatas a acompañarnos a mi hermana y a mí porque éramos pequeñas para quedarnos solas. Recuerdo cómo, nerviosas, preguntábamos quién había sido seleccionada en esta ocasión. ¡Aunque a veces también había aparecido un primo! La noticia se celebraba siempre con gritos y saltos. En realidad, queríamos saber quién nos iba a entretener o con quién nos íbamos a entretener.



 Estar bajo el cuidado de Inma era casi un juego. Ella quería ser una más, intentando conocer las normas de la casa que le explicaban dos niñas traviesas, y que se compinchaban para conseguir objetivos jamás logrados, como dulces o más tiempo antes de acostarse. Qué divertida resultaba la pregunta de si Mamá nos dejaba hacer lo que tan a las claras estaba prohibido. Había que intentarlo... Todavía mantiene ese gesto inocente.





Sin embargo, hay que ver en ella una mujer de auténtica firmeza en su trabajo, con autoridad para dirigir equipos y proyectos, una hipnotizadora conferenciante, de cuidada expresión, y notables experiencia y conocimiento de su especialidad. Todo ello condimentado con una elegante imagen, siguiendo la moda actual, y apoyándose en su eterno aspecto jovial. Con los años, puse en su figura la culminación de un ídolo, el que se puede admirar de lejos o intentar reflejar en sí mismo, pero teniendo la convicción de la imposible copia.

 Por todos estos sentimientos que produce Inma, era importante para mí conseguir hacer un impresionante pañito de bolillos para ella cuando nos convocó por su cumpleaños. Y quería innovar, introducir el cambio en mi estilo de hacer bolillos. Así surgió en una sola labor la combinación de encaje de bolillos y bordado en tul, al que seguirían tantos otros trabajos.


  

 En este patrón destaca la alternancia entre arañas sencillas y arañas múltiples. Pero su originalidad reside en el amplio fondo de punto de la virgen,  mi expresión de bolillos preferida por la concentración que requiere. Un pequeño despiste supone un gran error en el dibujo.











 En el borde, ondas a punto de lienzo con dos galerías consiguen dar el tan deseado efecto transparente al encaje.
 La alternancia en el tipo de arañas define a este pañito, por su cuidada elaboración.


 ¡ Y a Inma le gustó mucho!


viernes, 2 de diciembre de 2016

Mantoncillo de flores azules.

 Los colores fríos son aquellos tonos próximos al azul marino, como el morado, el violeta oscuro, el rojo violeta, el azul verdoso y el verde oscuro. Ésta es la franja de colores en la que se debe trabajar para confeccionar prendas destinadas a una mujer rubia y de piel clara, si se pretende que la ropa que lleva diga "algo". Tal es mi caso, y por ello pudiste ver mi traje de gitana en un color verde muy oscuro.
 Sin embargo, me insulta la idea de renunciar a los vivos colores que suelen ambientar las calles de la Feria, y que son una muestra más de la alegría que rebosa de todas las casetas. Para el paseo de día, lleno de sol, los trajes de gitana de color claro son los más llamativos para esos ojos que pretendan retener las imágenes de Feria. 
 Una combinación acertada sería, por tanto, un traje de gitana de color claro, y sobre él, un mantoncillo de color frío, que favorezca al rostro, y a la vez, contraste con sus flecos oscuros sobre los cálidos volantes del traje. Y lo he conseguido ...


  

  


 Confeccionado en una suave y fresca tela de viscosa, sus flores de distintos tamaños y tonos de azul triana cubren casi por completo toda la superficie del mantoncillo. El enrejao, de esquema original, incluye las trenzas que habitualmente tienen los flecos de Cristina.

 En la imagen se puede observar un cuadro que pertenece a la colección Meninas Regionales de Naty Santigosa. En este caso se trata de la Menina Murciana. Resaltan el bordado que lleva el refajo y el bordado del delantal, además del impactante efecto transparente del pañuelo de encaje que sostiene la menina con su mano izquierda. Al fondo, y muy luminosa, la torre de la Catedral de Murcia. 
 ¿Conoces todas las Meninas de Naty?

 Y ahora, ¿qué tal un paseo por RUMS D o por RUMS?